Star Overdrive, el nuevo título de Caracal Games, nos lanza de cabeza a un universo donde el amor, la música y la velocidad convergen en una odisea sci-fi con tintes de aventura y mucha actitud punk. Pero tras su brillante fachada visual y su estilizado sistema de desplazamiento, se esconde una experiencia desigual, fascinante y frustrante a partes iguales.

Un mundo movido por la música… y por un hoverboard
La joya de la corona de Star Overdrive no es su historia ni su combate, sino el hoverboard. Desde los primeros minutos, la sensación de libertad al planear por colinas arenosas, encadenando trucos, saltos y recogiendo energía para mantener el impulso, resulta tan placentera que uno podría pasar horas simplemente vagando sin rumbo. Este vehículo no solo es tu medio de transporte, sino también una extensión del protagonista, BIOS, y se convierte en el verdadero corazón jugable del título.
El diseño del mapa está pensado en su mayoría para resaltar esta mecánica: rampas naturales, portales de velocidad, tubos gravitacionales e incluso zonas flotantes que solo pueden recorrerse tras desbloquear habilidades específicas. El juego invita a explorar, experimentar y dominar la tabla como si se tratara de una mezcla entre Jet Set Radio y SSX Tricky, con un toque narrativo a lo Journey.

Entre riffs y ruinas: la historia de BIOS y NOUS
La narrativa nos presenta a BIOS, un joven solitario que aterriza forzosamente en el planeta Cebete tras captar una señal de socorro de su amada NOUS. Desde allí, comienza una búsqueda que, aunque se plantea como emocionalmente intensa, nunca logra despegar realmente. BIOS es un protagonista mudo y hermético, lo que en muchos momentos le resta fuerza a su travesía.
El mundo está salpicado de cintas de audio que contienen los monólogos de NOUS, aportando contexto y pequeñas piezas de historia, pero sin construir una conexión sólida. Más que un drama íntimo, lo que queda es una excusa para avanzar por territorios peligrosos y recolectar orbes, recursos y mejoras.

El keytar como arma… pero no como revolución
BIOS no solo monta una hoverboard, también combate con un keytar que funciona como espada, cañón sónico y desbloqueador de poderes. Sin embargo, el sistema de combate es lo más flojo del juego. Las animaciones son rígidas, los enemigos carecen de variedad y la IA tiene comportamientos erráticos. Los ataques especiales, que se desbloquean mediante “cintas de poder”, introducen algo de variedad —como lanzar enemigos, encantar rivales o activar plataformas—, pero no alcanzan a corregir la falta de ritmo.
Lo más decepcionante es el contraste entre la velocidad vibrante del hoverboard y la lentitud, casi torpe, del combate. Pasar de una carrera frenética por las dunas a una pelea en cámara lenta contra enemigos genéricos rompe completamente la fluidez del juego.

Puzzles, minas y progresión: luces y sombras del bucle jugable
Además de explorar el mundo abierto, el juego incluye minas que funcionan como mini-dungeons centrados en puzles ambientales. Si bien algunos desafíos aprovechan bien los poderes desbloqueables, la mayoría se sienten derivados, con plataformas móviles y mecánicas de física poco inspiradas. La progresión en estos espacios es deliberadamente lenta, lo que puede resultar tedioso cuando uno viene de planear sobre colinas a toda velocidad.
El árbol de habilidades es funcional, pero poco emocionante. Mejoras pasivas como más daño o escudo son estándar, y las más interesantes —como el fast travel o el doble salto— deberían estar disponibles desde el principio. Además, el sistema de recolección de recursos es torpe: se requiere presionar constantemente un botón para recolectar materiales, en lugar de hacerlo de forma automática.
La personalización del hoverboard aporta algo de profundidad: puedes modificar velocidad, giro, aceleración y desbloquear habilidades como deslizarte sobre agua o metal. También se pueden cambiar colores y aplicar skins, algo que, aunque cosmético, contribuye a reforzar la identidad visual del juego.

Una dirección artística que brilla… sin foto modo
Visualmente, Star Overdrive es una carta de amor a la estética retrofuturista: cielos cargados de partículas, arquitectura alienígena decadente, paisajes coloridos y una dirección de arte que mezcla lo ochentero con lo industrial. Lamentablemente, no tener modo foto es una oportunidad desperdiciada en un título tan fotogénico.
En cuanto al audio, la banda sonora destaca con temas electrónicos llenos de ritmo y alma, muchos de los cuales se desbloquean al encontrar las cintas repartidas por el mundo. Estos temas elevan cada carrera y aportan una vibra energética que recuerda a los mejores momentos de Wipeout. La voz de NOUS es aceptable, aunque poco memorable, y se extraña que BIOS tenga un papel narrativo más activo.
Curiosidades y detalles que elevan la experiencia
- El hoverboard puede convertirse en un dron de combate avanzado en fases posteriores del juego.
- El planeta Cebete esconde guiños a otros títulos del género, como estructuras inspiradas en Journey, plataformas similares a Sable, y enemigos que recuerdan a No More Heroes.
- Algunos efectos de sonido son una recreación directa de cintas analógicas distorsionadas, reforzando el leitmotiv musical.
- Hay una zona secreta solo accesible si completas un combo de trucos específico en una carrera avanzada, lo cual es un bonito detalle para quienes dominen el movimiento.

Veredicto final: velocidad que no alcanza su destino
Star Overdrive es un proyecto con mucho estilo y ambición, que brilla con luz propia en su faceta de exploración, pero tropieza en casi todo lo demás. Su gameplay se siente como un viaje en un tren de alta velocidad al que, de repente, le cortan la energía justo cuando alcanza su pico. El hoverboard es tan bueno que uno desea que todo el juego girara en torno a él.
Aunque el combate, la historia y el diseño de misiones no estén a la altura, el juego tiene momentos mágicos que justifican su existencia. Es un título difícil de recomendar ampliamente, pero fácil de apreciar por lo que intenta. Si logras entrar en su ritmo y estás dispuesto a perdonar sus fallos, Star Overdrive puede ser un viaje único, aunque incompleto.









