Entregar nunca fue tan caótico (ni tan divertido)
Desde que Paperboy nos puso a lanzar periódicos en los años 80, el reparto de objetos ha sido una mecánica recurrente en los videojuegos. GTA, Crazy Taxi, Death Stranding… todos han explorado esta idea a su manera. Pero ninguno lo ha llevado al extremo como Deliver at All Costs, el primer juego del estudio sueco Far Out Games, editado por Konami, que nos propone una experiencia salvaje, surrealista y profundamente entretenida.
Disponible en PS5, Xbox Series X|S y PC, este título combina una jugabilidad retro con una narrativa excéntrica y un mundo abierto inspirado en la América de los años 50, todo con una dosis de comedia delirante que lo convierte en uno de los juegos más originales de 2025.

Historia: Entre paquetes, paranoia y locura atómica
La aventura comienza en St. Monique, una isla ficticia situada en 1959. Allí tomamos el control de Winston Green, un científico caído en desgracia que encuentra empleo como repartidor en una misteriosa empresa de mensajería. La premisa, sencilla en apariencia, se complica rápidamente con tramas políticas, experimentos secretos y un constante aire de paranoia nuclear propio de la Guerra Fría.
La historia se divide en tres actos principales, ambientados en distintas regiones: desde la bulliciosa ciudad de inspiración neoyorquina hasta pueblos nevados navideños y entornos campestres que evocan postales americanas. Cada zona tiene su propio estilo visual, misiones y personajes, lo que mantiene el interés narrativo vivo a lo largo de las 12 a 15 horas que puede durar la campaña principal.
Pese a ciertos altibajos en el ritmo y algunos giros argumentales predecibles, la narrativa se mantiene atractiva gracias al peculiar sentido del humor del juego y a sus personajes secundarios, entre los que destacan Donovan (el enigmático hijo del jefe) y Norman, nuestro compañero en muchas de las entregas.

Jugabilidad: Un GTA clásico pasado por un filtro de LSD
Lo que realmente define a Deliver at All Costs es su jugabilidad centrada en el caos controlado. Con una perspectiva isométrica, recuerda a los primeros GTA, pero aquí la conducción es el pilar central.
No hay GPS ni minimapa: unas flechas pintadas en el suelo guían tus entregas. A pesar de esta simplicidad, cada encargo presenta una variación mecánica o un giro inesperado. ¿Transportar fuegos artificiales que explotan a cada bache? ¿Repartir globos en una furgoneta que vuela? ¿Llevar un pez gigante que sacude el vehículo? Aquí todo es posible, y cuanto más absurdo, mejor.
A lo largo del juego, podrás:
- Modificar tu furgoneta con artefactos únicos (catapultas, brazos robóticos, ralentizadores del tiempo…).
- Completar más de 40 misiones principales y decenas de tareas secundarias, muchas de ellas con humor y creatividad a raudales.
- Recoger coleccionables, desbloquear vehículos ocultos y explorar cada rincón del mapa en busca de secretos o caminos alternativos.
Aunque puedes bajar del vehículo, las mecánicas fuera de él (saltos, puzles, sigilo) son más anecdóticas que fundamentales, sirviendo como respiro entre tanta conducción.

Tareas opcionales y exploración: la guinda del pastel
El mundo de Deliver at All Costs está lleno de NPCs estrafalarios que ofrecen misiones opcionales aún más locas que las principales. Desde liberar coches poseídos hasta reemplazar a un alcalde en una reunión del ayuntamiento, el juego rebosa imaginación y detalles que recompensan la exploración.
Además, encontrar recursos como pilas, cables o materiales electrónicos permite construir gadgets para personalizar tu vehículo, mientras que el dinero ganado puede invertirse en artefactos ya ensamblados.

Apartado técnico: Luces brillantes, sombras extrañas
Visualmente, el juego presenta un contraste notable entre sus bonitos escenarios —llenos de color y detalles inspirados en la estética «retrofuturista» de los años 50— y sus cinemáticas con modelados anticuados, que recuerdan a la era de PS2. Aunque esto puede romper un poco la inmersión, no afecta gravemente la experiencia general.
Los mapas están divididos en zonas interconectadas con pantallas de carga, lo que resta fluidez a la exploración. Los tiempos de carga son breves, pero frecuentes, especialmente en misiones largas.
En términos de rendimiento, el juego es estable la mayor parte del tiempo, aunque ocasionalmente pueden aparecer bugs menores, como colisiones extrañas o vehículos que se quedan atascados. Por suerte, existe una opción de reaparecer desde el menú.
La banda sonora, por otro lado, es sobresaliente. Mezcla rock clásico, jazz y sonidos propios de los años 50, y acompaña perfectamente la acción y el tono desenfadado del juego.

Duración y rejugabilidad
La campaña principal dura entre 12 y 15 horas, dependiendo de cuánto explores y cuántas misiones opcionales decidas completar. Si vas a por el 100%, incluyendo todos los vehículos secretos, mejoras, NPCs y coleccionables, puedes superar fácilmente las 20 horas de juego.
La progresión es lineal, pero las misiones tienen tal grado de variedad que rara vez se sienten repetitivas, y siempre hay algo nuevo que desbloquear o descubrir.

¿Vale la pena Deliver at All Costs?
Absolutamente. Pese a sus defectos técnicos y a una historia algo irregular, Deliver at All Costs es una aventura irreverente, imaginativa y única. Su mezcla de conducción arcade, humor absurdo y creatividad lo convierten en uno de los juegos indie más destacados del año.
Ideal para quienes buscan algo diferente, que no se tome demasiado en serio, pero que esté repleto de personalidad. Un homenaje a los clásicos con identidad propia, que demuestra que aún se pueden contar historias nuevas desde una premisa simple: entregar paquetes.

Conclusión
Deliver at All Costs no es perfecto, pero es refrescante. Su alma de indie con ambición, su enfoque caótico y su constante reinvención de lo absurdo lo convierten en un título que marca la diferencia en un mar de juegos clónicos. No solo entregas paquetes: entregas sonrisas, carcajadas y momentos memorables. Un juego que, sin duda, vale cada entrega «a toda costa».









